Desde hace un tiempo hemos comenzado a sopesar la fortuna que pueden haber tenido las cavidades que todavía no han sido excavadas, y somos conscientes de los diversos eventos catastróficos que han llegado a afectar a las cuevas del Bajo Deba. Gracias al aporte de las nuevas técnicas y la participación de otras ciencias, las investigaciones que se realizan en la actualidad en estos yacimientos no tienen nada que ver con las que se realizaban hace unas décadas. Es por ello, que desde un punto de vista arqueológico, resulta evidente que lo más importante no es su lectura metafórica sino la comprensión que se haga del propio yacimiento, el cual está directamente relacionado con los medios de que se hayan dispuesto a su servicio.

Eventos catastróficos diversos en las cuevas del Bajo Deba

Desde hace un tiempo estamos comprendiendo la creciente importancia que están adquiriendo las cavernas, no sólo para la arqueología paleolítica, sino para la comprensión de nuestro pasado y de nuestro futuro. Desde el momento en que las cavernas son cápsulas del tiempo de hasta millones de años, sus sedimentos, restos, concreciones, bioespeleología y todo lo que encierran pueden contribuir al conocimiento de la evolución más reciente de nuestro planeta, sus cambios climáticos, biológicos, eventos geológicos y todo lo imaginable, y aún más en la medida que vaya progresando la tecnología. Por todo ello no comprendemos que todavía haya que reivindicar el valor de las cavidades y la necesidad de conservarlas.

Eventos catastróficos cuevas Bajo Deba

Ascendiendo por los sedimentos que llegan a colmatar totalmente la parte final de La Gran Galería de la cueva de Aizkoltxo 3, alcanzando una potencia de más de 10 metros.

Durante décadas de actividad espeleológica hemos observado infinidad de curiosidades en nuestras cavidades del Bajo Deba, pero siempre nos han intrigado especialmente aquellas que parecen indicar algún evento catastrófico o destructivo. No es infrecuente encontrar en ellas roturas de espeleotemas, a veces de gran tamaño, y desplomes, fruto de la irresponsabilidad de los visitantes, construcción de pistas o carreteras, canteras e, incluso, de causas naturales.

Vista de la cantera de Aizkoltxia, en Elgoibar, que explota las calizas de la colina de Muniola. A la derecha aparece la casa torre Zabala.

En el Bajo Deba fue especialmente destructiva la construcción de la autopista Bilbao Behobia durante los primeros años de la década de los setenta del siglo pasado, que produjo graves desplomes en la cueva de Nabarriren zuloa, sepultó la cueva de Tantorta y hundió el suelo de la cueva arqueológica de Ermittia, con lo que desapareció gran parte de su yacimiento. Igualmente, las canteras tampoco se han quedado atrás, sobre todo las de Sasiola y Aizkoltxia. Por cercanía y, por tanto, por ser más fácil de controlar, sabemos que la cantera de Aizkoltxia ha destruido como mínimo una docena de cavidades.

Aspecto que ofrecía el valle del Deba entre Mendaro y Tantorta a finales de la década de los setenta del siglo pasado, tras la inauguración de la autopista Bilbao-Behobia

También son dignos de mención los desplomes acaecidos en la cueva de Aizkoltxo 3, debidos, en un principio, a una pequeña cantera junto a ella y, posteriormente, a los desmontes llevados a cabo para la construcción de la carretera de acceso al polígono industrial de Kurutz-Gain de Mendaro.

Marca dejada en la bóveda de Aizkoltxo 3 tras el desprendimiento de una colgadura de roca de uno de sus espectaculares lenares invertidos, provocado por las voladuras llevadas a cabo para abrir la carretera de acceso al polígono industrial de Kurutz Gain.

De otros desplomes, ya totalmente naturales, podemos dar fe por haber sido prácticamente testigos y haber podido documentarlos. Éste sería el caso del tramo final de la Galería del Río de Erreketa, cuya bóveda nos encontramos desplomada a principios de este siglo en el lapso de una visita a otra. Actualmente ya no se puede acceder hasta el nacimiento del arroyo subterráneo, prácticamente, en el extremo final de la cavidad.

Vista de la parte final de la Galería del Río de la cueva de Erreketa (Elgoibar) antes de su hundimiento hace poco más de dos décadas.

Vista de la parte final de la Galería del Río en la actualidad, tras su hundimiento.

Mucho más impresionante son los enormes desplomes que se observan en la cueva de Aixa y en la sima de Pagatza, que dada su cercanía e, incluso, su posible conexión, nos da pie a pensar que se produjeron al unísono por algún movimiento sísmico.

Los desplomes de la cueva de Aixa y la sima de Pagatza

En la cueva de Aixa sólo tenemos que acercarnos a su boca, descendiendo la ladera de la empinada dolina que la alberga, para hacernos una idea de la magnitud del desplome que ha originado el amontonamiento de grandes bloques que se acumula en su fondo y que penetra en la cueva durante unas decenas de metros, afortunadamente, sin llegar a taponarla.

Vista de la boca de la cueva de Aixa en el fondo de la dolina que la alberga, desde el punto de inicio de la cascada de bloques que posteriormente prosigue por su interior. También es observable la neblina que se forma por el aire fresco y húmedo surgente.

Avanzando entre los bloques que se acumulan en la boca de la cueva de Aixa, inmersos en la neblina que se forma al contacto del frío y húmedo aire interior con el del exterior, más seco y templado.

Teniendo en cuenta la enorme magnitud de la cascada de grandes bloques que alberga el fondo de la dolina de la cueva de Aixa y que penetra por su boca hasta prácticamente obstruirla, no podemos atribuir su origen a la erosión natural de la ladera de la dolina, sino a algo más repentino y violento.

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Vista desde la boca de Aixa de la cascada de bloques que desciende por la dolina.

 

Cúmulo formado por los grandes bloques que penetran por la boca de Aixa y que ocupan la mayor parte de su gran galería hasta apoyarse en la bóveda.

Vista desde el interior de la cueva de Aixa del final de la primera cascada de bloques, ocupando y obturando gran parte de la galería.

Pero nada más descender esta primera cascada de bloques, apenas si habremos recorrido unas decenas de metros de una amplia y diáfana galería horizontal para encontrarnos otro gigantesco caos de bloques también descendente.

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Vista del inicio de la segunda cascada de bloques en el interior de la cueva de Aixa.

A partir de este punto y hasta hacer pie en el plano fondo de la que consideramos la primera sala de Aixa, el descenso lo haremos superando bloques por encima o por debajo, y observando que no todos son de piedra caliza, sino que incluso hay grandes fragmentos de antiguas coladas.

Gran bloque estalagmítico desprendido formando parte de la segunda cascada de bloques de Aixa.

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Grandes estalagmitas formadas sobre sobre un enorme bloque estalagmítico de la segunda cascada de bloques de Aixa

Vista de la segunda cascada de bloques desde su límite inferior, al nivel de la que consideramos la primera sala de Aixa. Fotografía del Grupo Espeleológico Morkaiko de 1975.

En nuestra opinión, lo más probable es que estos dos grandes desplomes que reciben al visitante nada más iniciar la exploración de Aixa, se hayan producido de forma simultánea por algún temblor o movimiento sísmico. Otra posible explicación habría que buscarla en la misma evolución del fondo de la dolina de Aixa que llegó a afectar la bóveda de la sala ubicada bajo ella, provocando su inevitable desplome, con lo que también habría que sopesar que los temblores producidos por semejante evento catastrófico, también pudieron provocar el segundo desplome generalizado de la bóveda, dada la cercanía entre ambos.

Perfiles figurados de la parte inicial de la cueva de Aixa mostrando su posible evolución. Grupo Espeleológico Morkaiko Leizarpe.

La fenomenología del desplome de bóvedas no sólo se circunscribe a la cueva de Aixa, sin ir más lejos, solamente tenemos que desplazarnos a la vecina sima de Pagatza para encontrarnos otro enorme y generalizado desplome de bóveda, en este caso, el que afectó a la de su gran sala interior. Esto parece corroborar aún más la hipótesis de un movimiento sísmico que afectó a la zona y a las cavidades que alberga, pero habría que atribuirles a todos ellos su coincidencia en el tiempo. Quizás, lo que provocó el desplome de la bóveda de la gran sala de Pagatza fue ser excesivamente plana para cubrir sus cerca de 4.000 metros cuadrados de superficie. A ello también pudo haber contribuido el hecho de haber estado lastrada por el peso de numerosos espeleotemas, entre ellos abigarradas concentraciones de estalactitas excéntricas que actualmente son visibles en la bóveda de algunos rincones de la sala, aunque incluso se pueden encontrar bajo los grandes bloques que se amontonan en su suelo.

Vista general de la gran sala de la sima de Pagatza, situada junto al caserío del mismo nombre, y muy cerca también de la cueva de Aixa. Sobre el plano, la conexión entre ambas cavidades es totalmente factible, pero todavía no se ha logrado unirlas. Fotografía de Evaristo Rodríguez, Grupo Espeleológico Morkaiko Leizarpe.

 

Bóveda de estalactitas excéntricas en un rincón de la gran sala de la sima de Pagatza.

Plano sima de Pagatza.

En este artículo hemos tenido oportunidad de analizar los diversos eventos catastróficos ( De origen natural como intervenciones humanas) que han influido en las cuevas del Bajo Deba, haciendo mención, sobre todo, a las cavidades del entorno de Debabarrena.  Por ejemplo, la cueva de Erreketa (Elgoibar), Aizkoltxo 3 (Mendaro) y  los desplomes de la cueva de Aixa y la sima de Pagatza (Iziar, Deba). En el siguiente artículo hablaremos de los desplomes de las cuevas de la zona de Mendaro.