En esta ocasión vamos a tratar uno de los elementos más prodigiosos e increíbles que nos ofrece la naturaleza, el mercurio y su mena principal el cinabrio, ambos extraordinariamente abundantes en toda nuestra geografía, pero sobre todo destacando las minas de Almadén en Ciudad Real, las mayores, más profundas y antiguas del mundo.
El mercurio es un metal llamado así en honor al dios romano homónimo, llamado igualmente el planeta más cercano a nuestra estrella, haciendo alusión a su movilidad y velocidad. Su símbolo químico HG hace referencia a su nombre griego hydrargyros, palabra compuesta que significa plata líquida, con número atómico 80, masa atómica 200,59, un peso específico de 13,6 kilogramos por decímetro cúbico (lo que es lo mismo que decir que un litro de mercurio pesa 13,6 kilos) su punto de fusión es de -38,83º centígrados, lo que mantiene el mercurio en estado líquido y la temperatura a la cual entra en ebullición es 356,7º centígrados, las más baja que se conoce para un elemento metálico, estas extrañas cualidades que son conocidas desde muy antiguo por numerosas civilizaciones lo convirtieron en un elemento mágico y lleno de misticismo.
Recientemente hemos recibido la visita de nuestro amigo Javier Gaminde que nos ha hecho donación de dos frascos de mercurio, uno de ellos es de material plástico proporcionado por su amigo Iñaki de Torres que lo adquirió hace unos 60 años en una tienda de suministros químicos e industriales de Bilbao, Iñaki conocedor de que Javier iba a donarnos su frasco de vidrio al museo se lo entrega a Javier, para que también formará parte de las piezas del museo, el otro es muy interesante ya que es de cristal grueso que suponemos de seguridad, tiene grabado en alto relieve MINAS DE ALMADÉN ESPAÑA, es del año 1940, nos cuenta Javier que sus ascendientes son de un pueblo cercano a Almadén en la provincia de Ciudad real llamado Fuencaliente, lo que nos remite Javier es una curiosa anécdota de su madre en una visita que realizó a las minas hace más de 80 años y que reproduzco en las siguientes líneas :
La muestra la debía tener mi madre desde 1940, cuando fue a las minas con su padre, que era nacido en Fuencaliente e Ingeniero de Montes, y que fue cuando se metió en la piscina de mercurio, primero con unos patines de madera y después se tumbó. Mi madre tendría unos 14 años, actualmente la valiente señora cuenta con 98 años y parece ser que goza de buena salud, lo que no deja de ser una curiosa anécdota debido a la alta toxicidad del mercurio. La muestra me la dio mi madre hace un año más o menos, pero yo tenía otro frasco, que me dio hacia 1972, que jugando con el Hg me comió el boli Cross de oro que me había regalado mi padre…Mi bisabuelo fue notario de Fuencaliente.
Utilidades y usos del mercurio
Son múltiples las utilidades del mercurio, aunque actualmente es un producto cada vez más denostado por su peligro y alta toxicidad, podemos destacar sus utilidades en la industria electrónica para interruptores especiales en lámparas de altas prestaciones de vapor de mercurio, tubos fluorescentes especiales, lámparas halógenas de alta presión etc. Estas lámparas pueden reproducir de forma muy eficiente cualquier espectro del color así como los rayos UVA, el mercurio también se usa en aparatos meteorológicos de precisión, tales como termómetros y barómetros, también podemos encontrarlo en la ciencia médica, para amalgamas dentales con la plata como base, la merbromina y mercuro-yodo como desinfectante, incluso de conservantes para vacunas, baterías químicas para vehículos, es utilizado en pinturas y para la producción de ciertos compuestos químicos, fulminantes de armas de fuego, como cristal reflector en telescopios de espejo líquido, en las industrias mineras como agente amalgamante del oro y la plata, su mena el cinabrio, mucho menos tóxica y más segura, es utilizada en la elaboración de cosméticos ( el rímel principalmente).
En líneas anteriores hemos comentado que al mercurio se le atribuían efectos mágicos y curativos, en China y el Tíbet se le atribuía la propiedad de prolongar la vida, curar fracturas y proporcionar buena salud, egipcios, griegos y romanos los usaron para ungüentos y cosméticos, en la alquimia medieval se pensaba que el mercurio era la materia prima de todos los metales, prácticamente todas las civilizaciones importantes le atribuyeron algún carácter mágico o divino.
El cinabrio (sulfuro de mercurio) se usó en maquillajes faciales y corporales, se sabe que las mujeres romanas lo utilizaban a modo de tinte en su rostro, al igual que los gladiadores romanos como símbolo de victoria, en numerosas pinturas y murales de la antigüedad el rojo se obtenía del cinabrio, inclusive algunas pinturas rupestres, también se ha descubierto que ciertas momias han sido tratadas con cinabrio para su conservación.
Pero el uso más relevante que se hizo del mercurio fue su uso industrial en los procesos mineros que se desarrollaron principalmente en las minas de Hispanoamérica.
Bartolomé de Medina, minero y metalúrgico, nacido en Sevilla el año 1497 después de numerosos e infructuosos esfuerzos por conseguir separar el oro y principalmente la plata de su escoria. En el año 1555 consiguió descubrir el método preciso para la amalgamación tras añadir sulfato de cobre o hierro a la mezcla de azogue, agua y sal, llamando a este proceso industrial el método de patios. Con ello consigue la forma mas sencilla, práctica y económica de separar estos metales preciosos, sin usar la fundición, aun en minas de muy baja ley, Bartolomé eleva este proceso industrial a una escala enorme y sin precedentes hasta entonces, siendo el primer precursor de la industrialización americana y occidental. No obstante existía un problema, la enorme cantidad de mercurio que precisaba este tipo de industria minera, para solucionar el problema recurrieron a las inagotables minas de Almadén que consiguió cambiar la historia de Europa y América y que vivieron durante mas de 300 años una época dorada en las cuales la producción de mercurio alcanzo unas cotas enormes para la época. Teniendo en cuenta los métodos rudimentarios que usaban, uno de los castigos más graves que existían en los siglos XV y XVI era el ser condenado a galeras (remar hasta cumplir tu pena en un barco, con mucha suerte algún preso de cuando en cuando lo conseguía). Mucho más peligroso, que ya es difícil, era ser forzado de la mina de Almadén, un castigo que conllevaba la muerte casi segura, el penal conectaba a través de un túnel con las galerías de la mina, sin luz solar que ver, con constantes derrumbes, sin la menor seguridad y lo mas peligroso de la mina: el propio mercurio, altamente toxico, ataca el sistema nervioso provocando graves daños neuronales y después la muerte en muy poco tiempo, lo que convertía la pena de prisión en las minas de Almadén en una pena capital.
La flota de azogues y Gabriel Curucelaegui y Arriola
La flota denominada de azogues lo componían varias naves mercantes custodiadas normalmente por dos buques de guerra que les servían de protección. Eran los famosos galeones, estos buques se denominaban la capitana y la almiranta, el azogue era el mercurio y la carga principal de estas naves mercantes era precisamente este metal, aunque también se mandaban otras mercancías y personal a América. Desde el año 1600 hasta el 1800 fueron un total de 23 expediciones documentadas como flotas de azogues las que cruzaron el océano Atlántico, más conocido entonces como la Mar Océana. Algunas de estas flotas llegaron a ser enormes al estar compuestas de hasta 140 buques, en cuyo caso se añadía un tercer buque de guerra en custodia, a lo largo de la historia solo dos flotas de azogues no consiguieron su objetivo de arribar a las costas americanas.
Algunas otras veces también se envió mercurio a América, pero bajo otros tipos de flota, tal y como veremos más adelante en las líneas que dedicaremos a un afamado e ilustre marino elgoibarrés Gabriel Curucelaegui y Arriola.
Gabriel Curucelaegui y Arriola, nacido en Elgoibar, bautizado el 14 de septiembre de 1632 en la parroquia de San Bartolomé, falleció en Manila el 27 de abril del año 1689, fue marino y militar, caballero de Santiago, veinticuatro de Sevilla, gobernador de Filipinas, consejero de guerra, marino, piloto, maestre, capitán de navío y más tarde general y almirante de galeones. Siendo además comerciante con barcos de su propiedad, el hecho destacado que une a Curucelaegui con el comercio del mercurio es que dirigió una flota de azogues en el año 1677, compuesta de dos galeones de protección para la flota. También se unieron a la de azogues varios buques de la Armada de Barlovento, saliendo de Cádiz el 17 de julio de 1677 y tras acumular grandes retrasos llegan a Veracruz en enero de 1678 con 2,280 toneladas de mercancías diversas y 4.463 quintales de mercurio.
En el año 1680 Gabriel Curucelaegui, fue Almirante de la flota de Nueva España al mando del galeón Nuestra Señora de Guadalupe, Santo Domingo y San Agustín (de 748 toneladas y construido en Usurbil) junto a otro galeón mayor Nuestra Señora del Rosario y las Ánimas de 928 toneladas y construido en Bizkaia, que dieron escolta a 17 buques mercantes, saliendo el día 12 de julio de 1680 llegaron a América el 13 de septiembre del mismo año con 4.000 toneladas de mercancías y 3,384 quintales de mercurio.