En este post volvemos a contar con la colaboración de José Manuel Tobajas Ramos “Txema”, quien participa habitualmente en la documentación, identificación y clasificación de rocas y minerales.
En esta ocasión, Txema nos propone un nuevo ejemplo práctico: cómo elaborar un informe de un meteorito rocoso metálico, una pieza fascinante tanto para el estudio científico como para las colecciones particulares.

En publicaciones anteriores ya presentamos un modelo de ficha de identificación mineral, elaborado también por José Manuel, a partir del análisis de una roca fósil polimetálica magnética.

El caso que nos ocupa hoy tiene un atractivo especial para los amantes de la geología y la mineralogía: se trata de un ejemplo real de identificación de un meteorito, un fragmento de materia extraterrestre que llegó hasta la Tierra tras un viaje cósmico.

¿Qué es un meteorito?

De una forma sencilla, un meteorito es una roca que cae a la Tierra desde el espacio. Estos cuerpos celestes pueden tener tamaños muy variados —desde diminutos granos de polvo hasta bloques de varios kilómetros— y proceden de lugares distintos a nuestro planeta. Cuando uno de estos objetos viaja a través de la atmósfera terrestre y logra llegar al suelo sin desintegrarse por completo, hablamos de un meteorito.

Durante su entrada, el intenso rozamiento con el aire genera temperaturas extremas que hacen brillar al objeto, creando la clásica “estrella fugaz”. La mayoría de estas rocas espaciales se desintegran en el aire; de hecho, menos del 5% del material original consigue llegar al suelo.

Según la NASA, los científicos distinguen tres términos relacionados:

  • Meteoroides: rocas que aún se encuentran en el espacio, con tamaños que van desde partículas de polvo hasta pequeños asteroides.
  • Meteoros: cuando esos meteoroides entran en la atmósfera terrestre (o la de otro planeta) y se queman, generando una bola de fuego o “estrella fugaz”.
  • Meteoritos: cuando el meteoroide sobrevive a su paso por la atmósfera y alcanza la superficie de la Tierra.

Cada día, alrededor de 44 toneladas de material espacial caen sobre nuestro planeta, aunque casi todo se vaporiza antes de tocar el suelo. Solo una pequeña fracción —unos 17 meteoritos de tamaño considerable al año— llega intacta a la superficie, la mayoría cayendo en océanos o zonas despobladas. En una noche común pueden observarse varios meteoros por hora, y en ciertos periodos del año, durante las lluvias de meteoros, la frecuencia aumenta espectacularmente.

Los meteoritos son rocas, pero muy diferentes a las terrestres. Suelen ser mucho más antiguas y representan auténticas muestras de otros mundos: fragmentos de planetas, asteroides o incluso cometas. Algunos contienen diminutas partículas que se formaron antes que nuestro propio Sol, lo que los convierte en cápsulas del tiempo cósmico.

Por eso, el estudio de los meteoritos —y en especial de los meteoritos rocosos metálicos, que combinan minerales pétreos y metales como hierro y níquel— es fundamental para los científicos. Gracias a ellos podemos reconstruir la historia del sistema solar, entender cómo se formaron los planetas y conocer mejor los impactos que han influido en la evolución de la Tierra y de la vida misma.

Del cielo al laboratorio: cómo se estudia un meteorito rocoso metálico

Ahora que sabemos qué es un meteorito y por qué resulta tan valioso para la ciencia, veamos cómo se elabora un informe de un meteorito rocoso metálico, el documento que permite describir, analizar y clasificar este tipo de muestras extraterrestres.

Meteorito rocoso metálico. Informe

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Cuando un meteorito llega a la Tierra, los científicos realizan un informe detallado para conocer su origen y composición. Este proceso comienza con la observación visual, donde se describen su forma, color y textura.

En este caso, el meteorito presentaba un aspecto rocoso irregular, con una costra de fusión gris —formada por el intenso calor durante su entrada en la atmósfera— y zonas marrones meteorizadas por la exposición terrestre. Su superficie mostraba rugosidades, poros y cavidades, e incluso arena adherida, señal de que impactó el suelo cuando aún estaba caliente.

Después, se registran sus características físicas:
mide 14,8 × 11,7 × 9,5 cm, pesa 2 kg y tiene una densidad de 3,46 g/cm³. Su dureza, medida en la escala de Mohs, está entre 4,5 y 5, similar a la de un cuarzo algo blando.

En los ensayos físicos y químicos, el meteorito respondió positivamente al detector de metales, al imán y a la conductividad eléctrica, lo que confirma la presencia de hierro y níquel en su interior. En cambio, la prueba específica de níquel (dimetilglioxima) fue negativa, aunque ese resultado no es concluyente por sí solo.

Al observarlo con una lupa de 10 aumentos, se comprobó que no contenía cóndrulos (estructuras típicas de otros tipos de meteoritos) y que su textura era de grano fino, con una distribución uniforme de metales y silicatos. Bajo el microscopio, aparecieron microcristales redondeados de olivino, de color amarillo verdoso, y una matriz muy fina que indica un bajo grado de metamorfismo.

Su composición combina metales (hierro y níquel) con minerales de silicato (como piroxeno y plagioclasa) en proporciones similares.

Meteorito rocoso metálico. Mesosiderita

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Meteorito rocoso metálico

Con todos estos datos, el especialista, en este caso José Manuel Tobajas,  concluyó que se trataba de un meteorito rocoso-metálico del tipo Mesosiderito 1A, una clase poco común que mezcla materiales pétreos y metálicos de manera equilibrada.El hallazgo fue especialmente interesante: la roca se encontraba enterrada casi por completo, detectada gracias a un detector de metales, y se extrajo con sumo cuidado para su análisis. Cada detalle del estudio ayudó a confirmar su origen extraterrestre y su valor científico.

Clasificación del meteorito: tipo mesosiderito 1A

La mesosiderita 1A es una subcategoría de meteoritos metálico-rocosos (también llamados litosideritos), caracterizada por una mezcla muy particular: fragmentos de roca silícea de grano grueso junto con metal de hierro-níquel. Probablemente se formaron mediante colisiones violentas entre asteroides, que mezclaron material metálico con roca silícea y dieron lugar a esta estructura tan especial.

Características principales

  • Clasificación: Se incluye dentro del grupo de las mesosideritas, meteoritos mixtos que contienen aproximadamente proporciones similares de hierro-níquel y material silíceo. Encyclopedia Britannica+1
  • Composición:
    • Metálica: contiene fragmentos de hierro y níquel.
    • Silicatada: la porción rocosa consiste principalmente en fragmentos de roca ígnea, especialmente piroxeno y plagioclasa. La especificación “1A” se refiere al tamaño de los granos de silicatos.
  • Clasificación dentro de las mesosideritas:
    • Tipo “1” = silicatos de grano grueso.
    • Subgrupo “A” = fragmentos metálicos y silicatados de tamaño moderado a grande.
  • Estructura: Se trata de una brecha (fragmentos angulares de roca y metal) cementados por una matriz más fina.
  • Contexto general:
    • Los litosideritos, como las mesosideritas, son bastante raros, representando apenas un pequeño porcentaje de todos los meteoritos conocidos. sites.wustl.edu
    • Su estudio aporta claves importantes sobre la historia de los asteroides y los procesos tempranos de formación planetaria.
    • Formación: la teoría más aceptada es que un asteroide metálico colisionó con otro de composición rocosa, provocando la dispersión y mezcla del material del núcleo metálico con la corteza/manto del otro cuerpo. arXiv+1
  • Ejemplos conocidos: Un buen ejemplo es el meteorito Vaca Muerta (Chile), clasificado como mesosiderita A1 y muy citado como referencia para este tipo. Según la base de datos The Meteoritical Society en España contamos con un solo ejemplar localizado en La Rioja. Su nombre es Barea.

Imagen meteorito cayendo a Tierra: @Pixabay

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